CARLOS BIANCHI, EL GRADUADO
En el día de su cumpleaños, repasamos la vida del "Virrey". En la calle, en la vida y en el fútbol. Con bigotes y mucho pelo, con rasgos inalterables, un repaso en imágenes por la trayectoria, como jugador, y la intimidad de un ganador nato.
La imagen que titula este recorrido fotográfico parece sacada de la película que hizo famoso a Dustin Hoffman. Es una producción de la revista Gente, de enero de 1972: Carlos y Margarita, recién casados.
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Con Juan, abuelo paterno, en el hospital, tras operarse de meniscos a los 20 años. Juan era un anarquista romántico que vino de Italia a los 14 años como polizonte. Como odiaba los nombres tradicionales, a sus hijos les puso Vir (por virilidad), Cholo, Luz, Amor, Alba y Porvenir.
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Amor con Carlos, vendiendo diarios en el triciclo. En realidad, Amor quiso ponerle su mismo nombre, pero como en el Registro no lo dejaron, optó por Carlos, como su ídolo, Gardel. En un principio, Carlitos ¨bondeaba¨ los diarios, en el 171 o en el 111. ¨El día que se fue Illia vendí 250 diarios en media hora¨, contó alguna vez. Amor murió en 1997.
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En el potrero de la calle Yrigoyen, en Versalles. Ahí practicaba en la semana con los chicos del barrio para después jugar en Unión y Paz y en El Ciclón de Jonte, sus dos equipos de baby.
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Con look extraño: gorrito y bigote. Heriberto Correa, Miguel Reguera (compañeros de Vélez) y el doctor Roberto Avanzi (abajo) junto a él. Fue una promesa que hicieron antes de jugar con San Lorenzo en 1971: si ganaban, se dejaban los bigotes. Y ganaron 6-1.
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La humilde casa de la infancia, en la esquina de Tinogasta y Bruselas, en Villa Real. Osvaldo Ardizzone la describió: “Calle de tierra. Casa baja, con el frente cargado de años y de llagas”. Están los hermanos Eduardo y María Alicia, papá Amor, mamá Julia Nélida (de allí el nombre del restaurante Giulia) y la abuela.
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En el vestuario de Vélez, tras debutar en Primera. Fue el 23/7/1967 en Vélez 1-Boca 1. El Gráfico le puso 5 puntos.
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Abrazando a su hijo Mauro, en la despedida del fútbol argentino, el 1/7/1984, en Vélez 1-Boca 2. Otra vez Boca. Tenía 35 años y se iba al Reims a terminar su carrera. “Carlitos ejemplo, Carlitos gol, Carlitos talento, Carlitos corazón”, decía el tablero. “Al irse, la hinchada de Boca también lo despidió con una ovación”, contó El Gráfico. Ya había romance.
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La despedida que le hicieron sus compañeros de Vélez a fines de 1971, cuando se anunció su venta al Cruz Azul, junto a la del Gato Marín, aunque al final la operación se cayó (ver recuadro). Un auténtico descamisado, Carlitos.
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Haciéndole la reverencia al arquero brasileño Félix, por la Copa Roca, en cancha de River. En la Selección, Bianchi jugó 14 partidos y metió 7 goles.
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Recreando su infancia con el padre Anselmo, su primer DT del Colegio San Rafael, donde Bianchi hizo la primaria. “Terminé primero en goles y en amonestaciones”, admitiría ya más grande. En la secundaria se anotó en un comercial. No terminó primer año porque, en el medio de una guerra de tizas, el chiquilín tiró el borrador y le dio en la cabeza al cura. Llegó al límite de amonestaciones. La mamá fue llorando al colegio a pedir clemencia. “Señora, su hijo tiene una pelota en la cabeza”, la consoló el cura Román.
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“Este me va a poner”, parece decir Bianchi de Menotti. El Gráfico los juntó en París, en noviembre de 1977, con Astor Piazzolla, el pintor Jorge Román y la tenista Elvira Weinserberger.
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Con un look similar al cantante del grupo La Mosca, Bianchi sale de comprar su clásica baguette en la Patisserie.
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“Yo me quiero casar, ¿y usted?“, parece cargarlo a Roberto Galán en la Cena de los Campeones organizada por El Gráfico a fines de 1971, con un peinado llamativamente lacio y un vestuario que haría las delicias de cualquier tanguero de la época.
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La salida al cine, con Margarita, la hermana de Margarita y el novio de la hermana de Margarita, que no es otro que el Toti Veglio, quien fue su actual ayudante de campo. La moda de los 70 a pleno: cabellos largos, faldas cortas, botamangas anchas.
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Luciendo el Botín de Plata Adidas, ganado en la temporada 1977/78 por ser el segundo mejor goleador de Europa, detrás del austríaco Hans Krankl. A su lado, Horst Dassler, el director propietario de la marca de las Tres tiras. Ya había obtenido otro de plata y uno de bronce. Su campaña en Francia está repleta de hitos. En los 7 años que desplegó su tremenda potencia goleadora por los campos de juegos franceses, entre 1973 y 1980 (cuatro en el Stade Reims, dos en el Paris Saint Germain y uno en el Racing de Estrasburgo) metió 179 goles. Sólo dos jugadores en toda la historia del fútbol francés superaron esa marca: Delio Onnis y Hervé Revelli. Además, en 5 de las 7 temporadas fue el máximo artillero del campeonato. Y eso que en una (74/75) casi no jugó por la triple fractura, justo cuando el Real Madrid se interesó en él y su cotización rondaba el millón de dólares. Según un estudio reciente de la Federación Internacional de Estadísticas, Bianchi está en el puesto 12 entre los máximos goleadores del fútbol mundial, con 385 tantos en 546 partidos de primera división, en la tabla que lidera Pelé con 541.
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El champagne en el vestuario es todo un ritual adquirido en aquellas tierras.
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Frente al Arco de Triunfo, como para no embocarla ahí.
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El regreso al barrio tiene esas cosas que uno nunca olvida, como la pasada por la peluquería para que Marcelino Galíndez, conocido como Hacha Brava, corte todo.
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Otra producción de Gente del año 83 titulada “Dicen que lo único que ve bien es el arco contrario“. Allí, el “Profesor Locovich“ Bianchi admitía que usaba lentes desde los 24 años.
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