La muerte del sonido perfecto ?

En mi adolescencia allá por comienzos de los '70; y cuando ya sabía que la música iba a ser muy importante en mi vida; comenzó a obsesionarme el tema del "sonido perfecto".
Como tantos otros, en mi casa teníamos el clásico Wincofón, aunque éste ya era algo mas sofisticado porque contaba con sonido stereo con dos pequeños bafles parlantes.
Por allí pasaban Almendra, Manal, Pappo´s Blues, Los Beatles (obvio), Creedence, Deep Purple, Led Zeppelin, y muchos más.
Además, tenía un compañero de la secundaria al que un tío que viajaba le traía una enorme cantidad de LPs, y él los llevaba al colegio arriesgándose al "mangazo" al que generosamente no podía negarse.
Igual estoy seguro que lo hacía también un poco para darse "corte", y así quedar bien ante el sexo femenino.
La cuestión es que gracias a su generosidad conocí a infinidad de bandas como las nombradas, y también Pink Floyd, Black Sabbath, Jimi Hendrix Experience, Eric Clapton, Steppenwolf, Ten Years After, etc.
Para mi era como descubrir un mundo nuevo plagado de sonidos y melodías maravillosas que me daban lugar a "volar" como todo pendejo.
Eran años difíciles, no voy a descubrirlo ahora.
Sin embargo a mi el "Winco" no me bastaba, así que con los primeros mangos que cobré laburando en los ratos libres como cadete en una farmacia, más unos ahorros, pude comprar un amplificador "Turner" usado (una marca muy importante en aquella época, y que sonaba realmente bien), y una bandeja profesional Lenco, importada, que era muy usada por los "disc jockeys" de aquella época.
Un vecino que era carpintero me fabricó unos bafles enormes con sistema "Stromberg Carlson", también muy de moda en los '70, que terminaron de "abrirme las puertas del cielo".
Así me tiraba en el piso de la habitación que compartía con mi hermano cinco años mayor, justo en el medio de los dos bafles, y sentía como los sonidos y toda su psicodelia llenaban cada uno de mis poros hasta hacerme estremecer las entrañas.
Eran épocas maravillosas donde se compartía mucho la música con amigos, por el solo placer de escucharla, en un galpón, en una terraza, o en la habitación de cualquiera.
A mi hermano le habían regalado "Abbey road" (The Beatles) para su cumpleaños el cual era escucha obligada todos los días, muchas veces hasta el cansancio, ya que tampoco teníamos entonces una gran variedad de discos, así que todo lo nuevo que aparecía lo "gastábamos".
Yo cuidaba mis vinilos como si fueran de oro, cada uno con su bolsita y sobre, les pasaba una franela para quitarle las pelusas, pero así todo, el desgaste producido por las miles de veces que la púa pasaba por esos surcos generaba la irremediable "fritura" tan característica de aquellos discos, y que a mi me rompía soberanamente las pelotas.
Todavía recuerdo el día en que compré "Dark side of the moon" (Pink Floyd), esa tapa tan innovadora y revolucionaria, el momento en que lo saqué de su sobre tomándolo suavemente por los bordes para no dejar marcadas la huellas digitales, ese pulso cardíaco inicial que se mezclaba con el propio latir de mi corazón, y esa música maravillosa explotando en mis sienes hasta arrancarme lágrimas de emoción y placer con ese "Eclipse" final.
Luego vino el "cassette" un formato que cubrió ciertas necesidades pero que nunca pudo reemplazar la fidelidad del vinilo.
Cuando a principios de los '90 comenzó a promocionarse el compact disc como "el sonido perfecto" creí que tocaba el cielo con las manos, escuchar a Los Beatles sin "fritura" para mi fué como un "renacimiento", la furiosa pasión por comprar todos aquellos grandes clásicos en el nuevo formato se convirtió en poco menos que una "cuestión de estado", sentí lo que seguramente le ocurre a un adicto (aunque en otra escala), y es el día de hoy que puedo contar con una discoteca bien completa y variada con todo aquello que alguna vez había soñado.
Hay que reconocer también que se editó mucha "pedorrada" con pésimo sonido, pero fué lo menos.
Mi "adicción" finalizó en 2001 con el advenimiento del corralito que supimos conseguir, y que coincidió con la aparición del formato MP3, que si bien nos permitió y nos permite actualmente conseguir practicamente al instante toda la música que queremos (y no), remasterizada con los mejores procesos, creo que de alguna manera me ha adormecido el cerebro, acostumbrando a mi oído a perder el detalle de muchos sonidos que la compresión del formato pasa por alto (sumado a mis años).
Uno cree que suena maravillosamente bien, pero cuando pone un CD (al menos original) se da cuenta que es otra cosa totalmente distinta.
Que ahora ha vuelto el vinilo ?
No gracias, ya tuve mi experiencia no me la tienen que contar, además el precio al que se venden los actuales es exorbitante, y mi vieja Lenco tampoco está para esos trotes :)
La otra noche, con unos Chiva´s encima que enseguida provocaron el efecto deseado, puse "Dark side..." nuevamente (cuántas veces ya?) en el reproductor de CD, me tiré en el piso del living de mi departamento, y ......, lo demás es historia conocida.
Volví a mi adolescencia.
Por eso a los que aman realmente la música : "No se dejen anestesiar !!!"
Muerte al MP3 !!!
Larga vida al CD, larga vida al rock and roll !!!