El peligro de los lunes

Lunes, ya otoñal y para usar abrigo. Lunes otra vez. Monday  Monday.  El día más odiado, aunque la tasa de suicidios favorezca - según cifras nunca vistas por mis ojos y repetidas ahora livianamente - al domingo por la tarde, pero esta tendencia desde luego no es culpa del domingo, plácido o no, sino de la ominosa proximidad del giorno dopo. 

Niña a la que no le gustaba nada comenzar la semana de actividades supo ser una tal Brenda Spencer, californiana. A sus escasos sweet sixteen, un frío lunes de enero en Cleveland, se decidió a practicar esa especialidad tan norteamericana que consiste en disparar al tuntún sobre la gente. Para la estadística, dos chicos muertos y unos cuantos heridos. Cuando le preguntaron  por qué, Brendita dijo que lo había hecho “por divertirse”. Los lunes la aburrían. Lleva más de treinta años aburriéndose en cafúa.

Un irlandés llamado Bob Geldof, que era vivísimo y por entonces integraba un grupejo llamado "The Boomtown Rats", vio la veta y con encomiable celeridad compuso, en honor al magno acontecimiento, una canción feísima y machacante, no olvidando acompañarla de un video de dudoso gusto. Por supuesto fue un éxito arrollador, así funciona el gusto popular y el dios mercado. Los Boomtowns por suerte duraron poco tiempo juntos, pero Geldof siguió y se hizo rico, riquísimo y más luego devino actor y aun más luego productor, mecenas, filántropo, y hasta llegó a ser nombrado Caballero de la Reina (pagaba muchos impuestos, el tipo lo merecía) y engordó su ya gordísimo ego y… etc. Sigue cantando igual de mal, (¿pero para qué iba a cambiar?)

Así que ojito, a todos los que oímos quejarse insistentemente de los lunes sería prudente no dejarles a mano un arma cargada. No sea cosa de meterles ideas.

(What reason do you need to die? ladra Geldof. ¿Y yo qué sé, viejo? 

Que acaben bien el lunes.